A decir verdad, han debido serlo, ya que la exposición al sol ha sido mayor porque ya no es solo por el hecho de tomar el sol, los baños en las piscinas y playas, etc, si no también por que el hecho de ir más ligeros de ropa nos expone más al sol.
Por ello, deberíamos actuar rápido para que el paso del verano no nos deje una huella negativa en nuestra piel, ni un deterioro acelerado.
Uno de los puntos más principales es realizarnos una limpieza facial, ya que si se hace una exfoliación suave una vez por semana se eliminan las impurezas y células muertas.
Por otro lado, si nos encontramos manchas no debemos ignorarlas y lo correcto sería realizar un peeling para eliminarlas, pero esto ya cuando se nos haya ido el bronceado, con la piel clara.
El verano deshidrata mucho la piel, por lo tanto hay que hidratarla con regularidad, para ello podremos utilizar cremas regeneradoras que hidratan y nos proporciona una sensación de que la piel rejuvenece. Además de esto, beber agua y zumos es otra recomendación muy beneficiosa.
Aunque acabe el verano no debemos olvidar la protección solar, ya que nos ayuda a mantener nuestra piel cuidada y joven.
